lunes, 14 de agosto de 2017

ARTÍCULO ACUERDISTA DEL P. KNITTEL FSSPX



"el estado de necesidad está destinado, con el tiempo, a desaparecer"



Algunos optimistas (por no decir ilusos) piensan que con su carta de 26 de junio, Mons. Müller ha puesto fin a las negociaciones entre Roma apóstata y la FSSPX, en orden a la regularización canónica de ésta.  Sin embargo, diversos hechos sucedidos después de que se dio a conocer esa carta, prueban que la cúpula liberal de la FSSPX sigue aspirando al reconocimiento romano.  Entre esas pruebas está el hecho de que los sitios oficiales de la Fraternidad continúan publicando textos acuerdistas, como por ejemplo: este artículo de Mons. Schneider, el artículo del P. Citati, la entrevista al Superior de Distrito de BENELUX y el texto del P. Knittel al que se refiere la presente entrada. Este sacerdote fue Superior del Distrito de México y actualmente es Prior-Decano en Francia.


FSSPX NEWS (Traducción del punto 3 hasta el final del texto, hecha por NP a partir del original en francés. Énfasis en negrita agregado por NP)


3. PERSPECTIVAS
Durante los años 70 y 80, las relaciones entre el Vaticano y la FSSPX son dominadas por una lógica de confrontación. Erigida canónicamente el 1º de noviembre de 1970 por Mons. Charrière, la obra de Mons. Lefebvre es privada de este reconocimiento por Mons. Mamie el 6 de mayo de 1975 a causa de su rechazo a la reforma litúrgica y las novedades conciliares.
Sus sacerdotes y sus fieles sufrirán entonces el frío rigor del derecho canónico: la ordenación de los seminaristas se juzgó ilícita y los ordenandos son amenazados de suspensión a divinis, ningún obispo diocesano confía apostolado a estos sacerdotes reputados irregulares, el apostolado que estos sacerdotes ejercen a pesar de todo es considerado ilícito, algunos sacramentos recibidos por los fieles son declarados inválidos por defecto de jurisdicción por parte de los sacerdotes.
3.1 Una lógica de pacificación
Desde el advenimiento del papa Francisco, las autoridades de la Iglesia han cambiado de perspectiva. Sin volver al pasado, las autoridades de la Iglesia reconocen progresivamente la licitud y la validez del ministerio realizado por los sacerdotes de la FSSPX.
Primero la confesión: “Por una disposición mía establezco que quienes durante el Año Santo de la Misericordia se acerquen a los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X para celebrar el Sacramento de la Reconciliación, recibirán válida y lícitamente la absolución de sus pecados". (Francisco, Carta a Mons. Fisichella, 1º de septiembre de 2015). Estas disposiciones fueron prorrogadas más allá del año de la Misericordia por el papa: “Por el bien pastoral de estos fieles, y confiando en la buena voluntad de sus sacerdotes, para que se pueda recuperar con la ayuda de Dios la plena comunión con la Iglesia Católica, establezco por decisión personal que esta facultad se extienda más allá del período jubilar, hasta nueva disposición”. (Francisco, Carta apostólica Misericordia et misera, 20 de noviembre de 2016, n° 12).
Después, la ordenación sacerdotal: “Este verano, se ha confirmado que el Superior general puede ordenar libremente a los sacerdotes de la Fraternidad sin pedir permiso al obispo del lugar” (Mons. Fellay, Entrevista a TV Libertés, 29 de enero de 2017).
Finalmente, el matrimonio: “no obstante, que la situación canónica de la Fraternidad S. Pío X continúa siendo, por ahora, objetivamente ilegítima; el Santo Padre, a propuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Comisión Ecclesia Dei, ha decidido autorizar a los Reverendísimos Ordinarios a que concedan las licencias para asistir a los matrimonios de fieles que siguen la actividad pastoral de la Fraternidad” (Comisión Ecclesia Dei, Carta a los Ordinarios, 27 de marzo de 2017).
A una lógica de confrontación sucede pues una lógica de apaciguamiento donde la sola apariencia de irregularidad canónica ya no basta para censurar las ordenaciones realizadas por los obispos de la Fraternidad o para descalificar el ministerio realizado por sus sacerdotes.
3.2 La intervención de los obispos
Deseosa de ver a los obispos diocesanos asociarse a esta iniciativa, la Comisión Ecclesia Dei decidió “autorizar a los Reverendísimos Ordinarios a que concedan las licencias para asistir a los matrimonios de fieles que siguen la actividad pastoral de la Fraternidad” (ibíd.).
Se contemplan dos opciones:
“Siempre que sea posible, el Obispo delegará a un sacerdote de la Diócesis para asistir a los matrimonios (o bien, a un sacerdote de otra circunscripción eclesiástica con las debidas licencias) recibiendo el consentimiento de los cónyuges durante la celebración del matrimonio que en la liturgia del Vetus Ordo se realiza al inicio de la Santa Misa. Ésta la celebra, después, un sacerdote de la Fraternidad”.
“Allí donde ello no sea posible o no haya sacerdotes de la Diócesis que puedan recibir el consentimiento de las partes, el Ordinario puede conceder directamente las facultades necesarias a un sacerdote de la Fraternidad que celebrará también la Santa Misa, advirtiéndole de la obligación de hacer llegar cuanto antes a la Curia diocesana la documentación del matrimonio celebrado”. (Ibíd.).
El papel atribuido a los obispos diocesanos en la celebración de los matrimonios de los fieles de la Fraternidad podría suscitar sorpresa, incluso inquietud. Tanto más cuando las disposiciones del papa Francisco tocantes a la confesión no hacen ninguna alusión a ello. ¿Cómo no ver en esto un mal presagio para las obras de la Tradición mientras se les ofrece la eventualidad de una prelatura personal?
En realidad, Nuestro Señor Jesucristo fundó su Iglesia sobre los Apóstoles y los obispos que les sucedieron. Es a ellos a quienes el Salvador les confió la misión de enseñar, santificar y gobernar (Mt 28, 19). También el apostolado realizado por los sacerdotes ajenos a la diócesis requiere, por lo general, el acuerdo del obispo diocesano.
Por su dimensión social, el matrimonio está más directamente ordenado al bien común de la Iglesia que un sacramento de carácter individual como la penitencia. Por lo tanto su celebración interesa en primer lugar a quien está encargado del bien común en la diócesis.
Las recientes medidas concernientes a los sacramentos administrados por los obispos y sacerdotes de la FSSPX tienen un carácter temporal. Si las obras de la Tradición deben ser integradas en una estructura de carácter episcopal, es de su prelado que éstas recibirán entonces el poder de escuchar las confesiones y de asistir a los matrimonios.
3.3 ¿El final de la crisis en la Iglesia?
A raíz del Concilio, la adopción de la reforma litúrgica y la adhesión a las novedades conciliares sirvieron como criterio de catolicidad. A falta de cumplimento, los fieles estaban condenados a la relegación sociológica y los sacerdotes eran objeto de censuras canónicas. Para responder al estado de necesidad creado, un apostolado de suplencia fue establecido por los sacerdotes en beneficio de los fieles.
Este estado de necesidad comenzó a retroceder con el motu proprio del 7 de julio de 2007 donde Benedicto XVI reconoció que la Misa tradicional jamás fue abrogada. Las decisiones del papa Francisco relativas al apostolado de los sacerdotes de la FSSPX acentúan este movimiento. Lógicamente, el estado de necesidad está destinado, con el tiempo, a desaparecer.
Sin embargo, la crisis imperante en la Iglesia está lejos de terminarse. La cuestión de la autoridad de los documentos conciliares no ha sido resuelta. La responsabilidad del concilio Vaticano II en la aceleración de la crisis queda todavía por evaluar. La reforma de la reforma litúrgica no está aún en perspectiva. Y la reciente autorización de admitir a los divorciados “vueltos a casar” a la comunión sólo aumenta la confusión.
Afirmar que el estado de necesidad tiende a desaparecer no significa que la crisis en la Iglesia ha terminado. La transmisión de la fe sigue siendo problemática, la liturgia mutilada, la confesión abandonada, la comunión mancillada, la contracepción practicada, la predicación desazonada, el sacerdocio y la vida religiosa anémicos.
A este respecto, los sacerdotes de la FSSPX -cuyo apostolado ya está reconocido- tienen un discurso y una pericia que podría revelarse precioso para renovar el espíritu cristiano en toda la Iglesia.
P. François KNITTEL